17 de agosto de 2020

No quiero dejar pasar ni un día más sin escribir. Se trata de una pasión que arrastro desde que era pequeño, y que con muy eventuales interrupciones, lamentablemente no se ha materializado con la regularidad que me hubiera gustado.

Vuelvo de unas vacaciones donde he acabado el segundo y último libro de Maryse Condé traducido al castellano, y me ha dejado impresionado por muchos motivos, por lo que si esta lectura ha conseguido por fin encender la mecha de la escritura en mi seguro que ella, aún sin saberlo, se alegrará.

Los libros de Maryse Condé son extraordinariamente valientes porque aunque han sido escritos durante la madurez de su autora, no escatima nombres ni fechas, y como ella dice en ambos (“Corazón que ríe corazón que llora” y “La vida sin maquillaje”) la verdad no solo no es bienvenida, sino que muchas veces es frontalmente rechazada. Y ahora podríamos entrar en el debate de qué es la verdad, pero la autora se limita a contar lo que a ella le sucedió, y ya adelanto que hubo de todo, más tragedia que comedia.

Bueno, por hoy lo dejo, no quería pasar un día más sin escribir, y ahora me voy a tareas más mundanas, como doblar la ropa. Espero que nos podamos leer mañana.