Útil

Vuelvo a la carga tras casi tres meses sin escribir. Creo que ha sido el mayor lapso sin dar la turra hasta ahora, supongo que porque en general desde el final de la pandemia me he dedicado más a mi cuerpo serrano que a mi intelecto.

Aunque no tenga que ver con el motivo fundamental de la esta turra dominical me gustaría mencionar que estoy leyendo por primera vez “Diario”, de Ana Frank, o como popularmente se le conoce “el diario de Ana Frank”. Todavía recuerdo cuando en el instituto decíamos aquello de “Coplas a la muerte de su padre”, creo que ya saben a qué me refiero….

No se si es la edición que he comprado de segunda mano a un librero, Julian (al menos no pone la tilde en el toldo), que regenta un oasis de libros de segunda mano en una casa mata a escasos metros de la playa de Fuengirola. Lo cierto es que no recordaba el libro tan extenso, y sobretodo, no me duelen prendas en decirlo, tan pesado. No puede ser de otra forma, pues narra la vida de varias familias en una casa durante años, escondidos de los nazis. Lo que me sorprende es que fuera libro recomendado u obligado, no estoy seguro, en secundaria.

Lo curioso del tema es que ahora mismo lo estoy leyendo con el interés de alguien que ha pasado, en circunstancias muy distintas, por un brete similar, el de estar encerrado durante meses en su casa. No voy a comparar mis condiciones con las suyas, no soy tan osado, solo digo que la óptica con la que analizo el libro no es desde la tragedia de lo que fue el exterminio de muchos judíos a manos nazis, sino de la convivencia durante años (en su caso) en un espacio cerrado sin poder salir a la calle.

Pero volvamos al tema principal, las erecciones generales, como dirían Almodóvar y Macnamara, de este verano. En concreto el disparador ha sido un artículo del diario “El Salto”1

donde se dice que el PSOE no lleva en su programa la derogación de la Ley Mordaza.

Supongo que ya lo habré mencionado en este diario, como el de Ana Frank, pero yo hace meses que dije a mi santa y a mi no menos santa suegra que no se iban a derogar ni Reforma Laboral mariana ni Ley Mordaza. Alguna avispada lectora podría rebatirme que se ha aprobado una reforma laboral, en minúsculas, que mejora derechos laborales, no lo niego. Lo que no ha sucedido es la derogación de la anterior. Y no es un tecnicismo. Pongo siempre el ejemplo de volver a los 45 días, en lugar de los 33 actuales, como indemnización por año trabajado en caso de despido.

¿Qué ha sucedido entonces? ¿Por qué la gobernanta, con a final, no ejecuta lo que la candidata vociferó, muchas veces a vena marcada en cuello y de sport en mitin de fin de semana? La explicación manida es aquella de que “todas las políticas son unas mentirosas”. Yo ni confirmo ni desmiento, como diría El Ovejas, solo destaco algo que para mi es genuino del PSOE, y de otros partidos tibiamente de izquierdas, por ser generoso: el hacer algo para que nada cambie.

El ejemplo más claro es la Ley de Vivienda. Una ley que no ataca el problema de raíz, y que sin duda no va a hacer que el precio de la vivienda y de los alquileres descienda. O dicho de otra forma, va a mantener la transferencia de rentas de los que menos tienen a eso, rentistas. Tan sencillo como eso. De hecho ayer escuché un programa en el que se recordaba la brillante, hay que admitirlo, frase, y estrategia, del franquista ministro Arrese de “queremos una España de propietarios, no de proletarios”. Y a poco que uno lo piense, la forma en la que se accedió a la propiedad de un modesto pisito cambió, para lo conservador, la mentalidad de muchas familias obreras.

En un programa que escuché ayer se hacía una reflexión y una pregunta. La reflexión, a modo de introducción, era que en la legislatura que ha acabado no se han dado ninguno de los dos clásicos de las anteriores, las que han durados varios años, en el Régimen del 78: ni ha habido una crisis económica, ni ha habido grandes casos de corrupción. Y la preguntaba rezaba: ¿por qué entonces se vaticina un cambio de gobierno en las próximas erecciones generales?

Como buen cuñao hurtaré a mis ávidas lectoras dicho análisis, prefiero tocar aunque sea brevemente otro ángulo, la cacareada “afección”, por oposición a la señalada “desafección”, o si lo quieren ver así el voto útil. Aunque bien mirado igual explica en parte lo que se nos viene encima, no se, juzguen ustedes.

Si antes he señalado que la forma de hacer del PSOE, el auténtico partido del Régimen del 78, el que más años ha gobernado el Estado, es el de hacer algo para que nada cambie, quizá tengamos la explicación. Ya he señalado anteriormente la apelación al miedo como motor de la historia. Sistemáticamente en cada erección general se apela al miedo: si gana el Pepé no habrá pensiones, decía Mister X en los 80 y 90, si gana el Pepé gobernará con Vox y habrá una gran involución social, dice Perro Sánchez. ¿Y en positivo, hay algo?

Volviendo al ejemplo de la ley de vivienda, que a mi juicio vale también para analizar la reforma laboral, en minúsculas, hay dos opciones:

  1. Hacer una ley que no cambie lo esencial
  2. No hacer esa ley

Pudiera parecer que siempre es mejor mejorar algo que nada, “progresar” y avanzar que estancarse. Pero ¡ay amiga!, las cosas no son gratis. La contraprestación, de la que nadie habla, es que a cambio se zanja ese tema por un par de lustros, y si no al tiempo. Cuando en el futuro se le reproche al PSOE que esa ley no ha mejorado nada, se dirá que el programa electoral se ha cumplido, y que hay una ley de vivienda que ha mejorado la situación de las menesterosas de la misma. Al tiempo.

Mi santa esposa me recuerda que ERC votó en contra de la reforma laboral, en minúsculas. Yo ni soy votante, menos de ERC, ni recuerdo exactamente las circunstancias, pero señalo aquí la maniobra: ¿cual debe ser la postura de un partido de izquierdas ante la votación de una ley que se queda corta y que cerrará el debate sobre ese asunto durante lustros?

Si por el contrario no hay ley, bien porque no se somete a votación o porque la ley, en minúsculas, se hubiera rechazado, se podría objetar que “estamos como antes”, que “no hemos progresado”. No digo que no, solo digo que al menos ese debate sigue abierto, y se puede intentar una nueva ley que esta vez si ataque, si lo siento, es el verbo, el problema de raíz.

¿Y qué tiene todo esto que ver con las erecciones generales estivales? Pues que a mi juicio hay que hacer los deberes, amigo. Si se hubieran hecho las transformaciones que se prometieron, no digo ya las que siguen siendo necesarias, otro gallo cantaría. O dicho de otra forma, que viene el lobo, cierto, pero ¿y tu que me das?

No quiero frivolizar con una cuestión tan seria como una guerra, más que nada porque casualmente los muertos los ponemos los de abajo, pero pese a lo heroico y noble de la causa que pueda ser empuñar un fusil, y es literal, para defender tu patria de una agresión externa, la pregunta que probablemente me haría es similar a la que planteo en esta turra dominical: ¿para qué?

En el mejor de los casos, siga vivo y mi bando gane la guerra o gane mi partido las erecciones generales, ¿qué va a cambiar? Voy a seguir siendo una obrera explotada por el que tiene los medios de producción. ¿Vale la pena?

De verdad que no quiero frivolizar con este asunto, ni comparo en absoluto ir a una guerra con votar. Solo digo que ahí puede estar una de las explicaciones: no se ve la diferencia entre una opción y la otra.

Si está leyendo esto piénselo señor Sánchez.

1https://www.elsaltodiario.com/elecciones/psoe-no-incluye-derogacion-ley-mordaza-programa