Herencia

Quedé sorprendido al investigar sobre el derecho a la vivienda cuando me enteré de que el derecho a la propiedad privada y a la herencia, que están regulados en el mismo artículo de la sacrosanta Constitución española, están más protegidos que el primero.

Y si me retrotraigo a mi época de estudiante universitario fue cuanto menos curioso enterarme de que Bakunin y sus muchachos, en el programa de la Alianza Internacional de la Democracia Socialista trataban específicamente el tema de la herencia. A falta de una búsqueda algo más seria me quedo con lo que menciona la wikipedia, y dice que planteaban su abolición, la de la herencia (de la propiedad privada ya ni hablemos).

Claro, una cosa lleva a la otra. Los que pensamos que no debería existir la propiedad privada difícilmente aceptaremos que pueda heredarse bien alguno, pues el mismo concepto de heredar va vinculado a que alguien posea en exclusiva algo, y si negamos la mayor pues negamos también ésta.

La pregunta que me hago es: ¿sería posible suprimir en la actualidad la herencia? La respuesta a la que llego es que si, perfectamente.

Pero empecemos por el principio, ¿no será que lo que nos pasa a los que estamos en contra de la herencia es que somos unos tiesos y por eso la envidia nos corroe y no podemos soportar que la prole de unos esforzados padres puedan quedarse con el cuarto sin ascensor que tanto les costó pagar?

Bueno, eso como tieso que soy, no me corresponde dilucidarlo a mi, yo me voy a limitar a dar mis argumentos. La propiedad privada es un robo, ya conocen la frase y la suscribo, dos siglos más tarde, como un compendio de sabiduría que sigue plenamente vigente hoy en día. Es injusto que alguien pueda disfrutar de un bien, lo pueda transmitir, pueda especular con éste y cualquier otro tipo de malabares que el capitalismo y el mercado le permiten. ¿Por qué? Porque cada persona, por el simple hecho de estar en este mundo, debería tener la certeza de que cuidados, educación, techo y sustento lo va a tener asegurado. Porque es posible y porque es un derecho inherente a la vida.

En un sistema de mercado nada de esto está garantizado, yo casi diría que todo está amenazado, y ahí empiezan los problemas. Unos por hacerse con los bienes, al precio que sea y como sea, y los otros intentando que no verse desposeídos no ya de esos bienes, sino del derecho mismo a la vida. Pues ejemplos tengo todos los días solo con salir a la calle en este barrio de postín en el que puedo vivir por un tiempo de lo que significa malvivir, y no precisamente de forma digna.

Bien, y ante la afirmación “se lo han ganado” y todas sus derivadas niego la mayor. Ni se lo han ganado (nadie se hace rico trabajando) y aunque se lo hubieran ganado quitándose de todo, pasando miseria, solo con el anhelo de , por ejemplo, poder comprarse un pisito y dejarlo en herencia a sus hijos, yo digo que el que se lo ha ganado es el que lo ha trabajado, no las herederas.

Sigo tirando del hilo del ejemplo que la mayoría tenemos en mente, y que yo tengo personalmente muy cerca. Esos emigrantes que en los 60 vienen del sur a ganarse la vida a Cataluña. Primero llega uno, casi siempre hombre y a las más de las veces soltero, a una pensión. En cuanto consigue un trabajo intenta irse a un piso, casi siempre en alquiler. En ese momento ya puede llegar el segundo, un hermano, un primo, un vecino del pueblo, etc. Se forma entonces los barrios de murcianos, extremeños, andaluces, etc. ¿Les suena esto a algo?

Si la cosa no se tuerce esa persona conoce a otra, tiene una familia y se compra un piso. Y pasados los años pues se acaba de pagar la hipoteca y pasan a ser propietarios de ese piso. Luego se jubilan (casi siempre el hombre, porque la mujer se ha dedicado a los cuidados) y pasan su vejez en el pisito, los churrumbeles más tarde que pronto echan a volar.

Llega el momento biológico que tiene que llegar, y los padres fallecen. Y llega indefectiblemente el momento de heredar. No soy un experto en derecho civil, por lo que asumo el escenario más sencillo, que la herencia se reparte entre los hijos biológicos de la pareja y que todos viven, para no hacer un nuevo Falcon Crest.

Asumiendo que el piso lo pagaron en exclusiva con el sudor de su frente las personas que rezan en las escrituras como propietarios de ese piso, que incluso esto ni se da en todos los casos, ¿qué derecho les asiste a sus hijos a disfrutar de ese bien? Aquí cae por su propio peso el argumento de “es que se lo han ganado”. Pues bien, esto cae a mi juicio en el enorme cajón de las “rentas no ganadas”.

Pero supongamos, como sucede con un caso que tengo muy pero que muy cerca, que algunos de los hijos pusieron dinero de su bolsillo para pagar ese piso. En este caso, siguiendo el argumento de “es que se lo han ganado” tenemos que al menos una parte de los hijos se ven justamente recompensados con lo que es suyo. Pues bien, solo habrá que esperar una generación, y que se repita el mismo proceso, para que los nietos de los propietarios originales hereden lo que les quede de ese piso, que probablemente se habrá hecho líquido y se haya transformado en moneda de uso corriente. De nuevo cae como una hoja en otoño la afirmación de “es que se lo han ganado”. Asumámoslo pues: la herencia es una renta no ganada.

Como ya he mencionado me apropio de la metodología de cuando vengas con el problema, ven también con la solución. Eso es lo que voy a intentar ahora, al intentar desmontar el “there’s no alternative” particular que se pueda esgrimir en este caso. Si los bienes no se transmiten a los herederos de los propietarios, ¿qué se hace con los mismos?

Siento no ser demasiado original, pero la respuesta es se colectivizan. ¿Y eso que significa? Pues que se pone a disposición de la comunidad para que aquellos que lo necesiten puedan hacer uso de los mismos. Esto tendría muchas ventajas respecto al marco mental, diría yo, que impera en la actualidad:

a) Se desincentiva la avaricia y otros comportamientos carroñeros que en el mundo han sido. ¿Para que matarse a trabajar (en el menor de los casos, sea dicho de paso) para amasar una fortuna si no la van a poder heredar tus vástagos?

b) Se reparte la riqueza. Soy de los que piensa que nada tiene de positivo que se acumule la riqueza. Ni es un estímulo para los pobretones, ni es una recompensa justa que incentiva la superación individual ni nada de eso. Es simplemente expolio. Por lo tanto si todos somos ricos por igual (o casi) al conjunto le irá mejor, incluso a los ex-ricos, a los que ya no les hará falta moverse en helicóptero por miedo a ser secuestrados.

c) El reparto de la riqueza facilitará asegurar a todo ser que llegue a este mundo cuidados, alimento, techo, educación y sanidad. Los motivos son evidentes: el colectivo tendrá recursos para asignar a los menesterosos, recursos que ahora mismo están en manos privadas y que solo su caridad permite que lleguen cuando y cómo ellos quieran a los que lo necesitan.

Antes de abordar la siguiente pregunta, el “¿y quién decide cómo se reparten las herencias?” quiero mencionar casos más o menos colaterales que por ser excepcionales no deben dejar de ser tratados. Recuerdo que en esta pieza trato someramente el escenario posibilista de, dejando todo más o menos como está, cambiar solo una pieza del engranaje, la herencia.

Pues bien, para casos como muertes sobrevenidas, personas dependientes a cargo de las propietarias fallecidas o cualquier otra situación análoga no hay inconveniente en que sean las personas herederas las que disfruten de esos bienes. En el fondo sería algo así como una re-asignación automática, solo que podrían tener algunos límites:

a) Esos bienes no pueden transmitirse. Aquí habría que estar atentos al mercado negro, es cierto.

b) La porción de la herencia a la que tiene derecho la persona es limitada. En el caso de una vivienda ya está bien que la disfrute en su integridad, pero en el caso de otros bienes como cuentas bancarias u otro tipo de propiedades que en su valoración conjunta exceda lo que se considere suficiente para la persona, deberán serle asignados con esos límites.

Bueno, pues ya podemos saltar a temas como “¿quién decide el reparto?” o “¿cuánto es lo que se considera suficiente para una persona?”. No me voy a detener demasiado en estos asuntos, porque francamente los considero muy fácilmente resolubles. Actualmente ya hay suficientes indicadores de todo tipo (esperanza de vida, precio de la vivienda por metro cuadrado, tasa de escolarización, PIB, IPC, etc.) como para poder establecer sin demasiados problemas la “cesta” de bienestar que le corresponde a cada persona. No desde un punto de vista de ideales, de derechos, sino meramente crematístico, que divida la riqueza de un territorio entre las personas que viven en él.

Y respecto a quién decide el reparto yo lógicamente propongo la colectividad, que no es el Estado, pero por simplicidad asumamos que esa tarea la hace el Estado, que ya está implantado y al que nadie le discute el monopolio de la violencia, el derecho de señoreaje al emitir moneda o el cobro por la fuerza de impuestos.

Claro, si algo así ocurre la fuga de capitales estaría a la orden del día, caería el cielo sobre nuestras cabezas, y…. ¿Seguro? Para todo aquello que se le ocurra al caco tenemos al policía para impedírselo. Todas aquellas triquiñuelas que puedan hacer los poderosos tienen su contrapartida por parte del colectivo, asumamos tapándome la nariz que sea el Estado, es simplemente una cuestión de voluntad.

Pero digo más, a medio plazo ese supuesto país devastado, empobrecido, por culpa del fantasma de Hugo Chávez (cuánta ignorancia…) sería deseable para otro tipo de personas, que sencillamente quieren vivir lo mejor posible y cuyo objetivo no es la acumulación absolutamente irracional de bienes.

No es ninguna utopía un país sin ricos, de hecho en el fondo sospecho que no contribuyen demasiado a las arcas públicas, porque se las saben todas para ejercitar lo que ahora se llama “elusión fiscal”. Por tanto es una forma de organizarnos los que realmente trabajamos. ¿Supone esto un régimen soviético donde se anula la personalidad y somos una masa informe que se mueve según los dictados del tirano de turno? Yo creo que no.

Claro, que para eso, si se quiere hacer desde dentro del sistema, habría que reformar la Constitución, seguramente nos echaran de la Unión Europea, y…

Bueno, igual sale más a cuenta realizar determinados profundos desde fuera del sistema, como se ha hecho siempre que ha habido avances sociales.