Acabo de escuchar la entrevista que le han hecho a Àngel Casas (para mi de segundo apellido Show) y me he quedado impresionado. No era conocedor del carrusel de problemas de salud que ha tenido, que entre otras lindezas pasa por una decena larga de infartos y dos piernas amputadas.
Hay ejemplos de personas que ante el mal tiempo ponen buena cara, pero ese pasaje donde el propio entrevistado narra su diálogo con el médico que le iba a amputar las piernas no tiene desperdicio. Del mejor humor negro, sorna y cachondeo, todo ello a mi juicio en el buen sentido de la palabra.
Pero es que la cosa no queda ahí. No he seguido al personaje desde que en mi infancia y/o adolescencia le vi primero por TV3 y luego en TVE (todavía no tenía la R) haciendo un programa de entrevistas con streaptease final (esto último según ha dicho en TVE). Digo que no he seguido al personaje, pero por lo que puedo imaginar debe de tener un enorme patrimonio económico. Hago mención al dinero que tiene que tener el gachó para imaginarme qué haría yo demacrado físicamente y con mucho dinero en el bolsillo. Lo primero que me viene al magín es no hacer nada, disfrutar de mi dinero y rascarme aquellos extremos de los que aún disponga.
Pues bien, el bueno de Àngel por lo visto va por otros derroteros. Sigue trabajando, al ritmo que quiera y pueda, se entiende, y va a publicar un libro a principios del próximo año. Eso me ha hecho quitarme la pereza que tengo encima y decirme, “si Àngel puede, tu puedes”. No quiero compararme con el célebre presentador, solo confieso que ha sido una inspiración. Creo de verdad que hay personas que han nacido con algo dentro, y que hasta que no lo sacan no paran. Y cuando lo han sacado, pues siguen generando cosas en sus entrañas. Por lo que he deducido de la entrevista esta persona es una de ellas. Y además con un humor envidiable, eso si que lo intuía.
Bien, entonces ¿por qué homenajes? Bueno, por dos “entradas” (“inputs” que dirían los sajones) que he tenido esta misma semana. Por un lado en la entrevista a Àngel Casas se ha hablado de un homenaje que le han hecho recientemente en TV3, en el que él mismo ha participado (lo que antes decía, sigue currando). Pero no se cómo ha sido la frase pero ha hecho mención a un “entierro en vida”. Por lo visto en el homenaje han debido de reproducir vídeos grabados por amigas o quizá han sido las reseñas a posteriori en prensa donde se ha debido de hablar del homenajeado como “fue un gran periodista”. “¡Pero si estoy vivo todavía, coño!”
El otro fragmento, también radiofónico y también en la misma cadena, que este si me ha dejado helado tiene como protagonista a La Faraona. La pieza reseñaba la serie que por lo visto se está emitiendo estos días en Movistar+ sobre Lola Flores. Para quien no la conozca una de las grandes folklóricas de este país.
Pues bien, en ese audio que recomiendo buscar y seguro que no es difícil encontrar, se escucha a una Faraona ya madura, es decir, que es entrevistada ya no como persona de éxito, sino de culto, hablando de un sucedido que se entiende le pasó en la flor de la vida, siendo muy joven. Se reúne con un señor que le dice que quiere estar con ella. La Faraona le dice que necesita dinero. Tras un breve diálogo de cuánto necesitas, este señor, por llamarle algo, le da 50.000 pesetas de la época. La Lola le dice que hoy no, pero que otro día se cita en un hotel con el hombre para saldar la deuda con su cuerpo. Así lo hace. Posteriormente entrega a sus padres el dinero y la siguiente frase lapidaria: “nunca me preguntéis de dónde he sacado este dinero”. Los ojos empañados en lágrimas de los padres son su respuesta muda.
Por un lado quiero poner en valor, frase que odia con cierta razón mi suegra, la valentía de La Faraona de narrar sin pelos en la lengua, marca de la casa, un episodio que por la moral de la época, y que me temo todavía ciertamente perdura, lo más cómodo era callar. Claro, habrá quien no se crea la historia. Yo escuchando el audio sinceramente le doy toda la credibilidad, más que nada porque no veo qué gana un personaje tan conocido en narrar ese episodio de su vida, sin en ningún caso reclamar nada al hombre que le dio ese dinero a cambio de tener sexo con ella. Bien, como digo me alucinó el poderío de esa persona narrando lo sucedido, pero lo que concierne al asunto de esta pieza vino después.
Justo después del corte de La Lola una de las periodistas cuenta la anécdota en la que cuando Lola Flores muere se le encarga un artículo sobre su vida, y ella carga las tintas sobre los hechos más recientes. A saber, los problemas de la folklórica con el fisco. Ese mítico “si cada español me diera una peseta…” etc. Con el paso de los años la atribulada plumífera se arrepiente, y entiende la reprimenda de su “jefe” (qué gran palabro) que le dijo “eso no tocaba ahora”. Muy catalana la frase.
Pues bien, es lo que tienen los homenajes, que por exceso o por defecto es complicado que hagan justifica a las homenajeadas. Hay que decir que lo más frecuente, porque supongo que es lo que no genera reprimendas del “jefe”, es la hagiografía. En cualquier caso a mi la figura de Lola Flores me sugiere precisamente lo que dijo la periodista que escribió: una gran caradura. Lo que sucede es que con el paso del tiempo, incluido mi envejecimiento, se ven las cosas de otra manera.
Comienzo a apreciar que una mujer, encima gitana, pudiera no ya triunfar, sino pasar a la categoría de mito, junta a otras muy pocas elegidas, como Carmen Amaya. Sin ser en absoluto un experto en su figura creo que tiene algunas características muy interesantes, como las de no ser excelente en nada, ni en el baile, ni el el cante, ni en la actuación. Pero amigas, tenía algo que ni se compra ni se aprende: carisma. Pero es que ahí no queda la cosa. ¿Se pueden imaginar lo que pasó esa señora, mujer, en una España franquista y tardo franquista? Entre otras cosas parece ser, de nuevo yo le doy visos de verdad, que fue maltratada por Manolo Caracol.
Bueno, pues eso, homenajes, esa cosa tan difícil. Si la espichara el emérito ahora, ¿cual sería su homenaje? Supongo que lo mejor es hacer un homenajes cada 10 años aproximadamente, e ir actualizándolo en función de las cosas que vayan saliendo sobre el personaje en cuestión.