Hoy me he decidido a crear mi propia bitácora (o blog) en las procelosas aguas de la red de redes. Cuando empecé hace unas semanas a escribir, o mejor dicho, retomé después de años sin hacerlo la escritura, me dije a mi mismo que lo haría bajo una serie de premisas:
-No me iba a marcar ningún tipo de límite u obligación, como publicar piezas de una cierta calidad, con una cierta periodicidad, sobre una cierta temática, etc. De hecho ahora me ha venido a la mente esa escena tan cinematográfica que muestra a una escritora arrugando papeles y lanzándolos en forma de bola tras apenas garabatear unas palabras por no estar satisfecha con el resultado. Me imagino hacer lo mismo con el portátil, estrujarlo, compactarlo y lanzarlo por la espalda. El problema es que no tendría otro para hacer una nueva intentona.
-Iba a escribir por el placer de hacerlo. Esto va muy vinculado al punto anterior, en particular sobre la periodicidad, y con el siguiente punto que más adelante desarrollaré. No iba a obligarme a escribir una pieza cada día porque bastantes obligaciones tengo ya en la vida como para echarme una más encima del hombro. Aprovecho para decir que ni más ni menos obligaciones que el resto de los mortales, no se vayan a imaginar a este ministro sin cartera como nadie distinto a usted que me lee.
-Soltura. Uno de los objetivos fundamentales de escribir, e intentar hacerlo con cierta periodicidad era ganar soltura. A fuerza de escribir más y más, la mayor parte de las veces sin corrección alguna y directamente lo que pienso, creo, y me parece que no me equivoco, ganaré soltura técnica que me permitirá hacer menos traumático el poner negro sobre blanco lo que tengo en la cabeza, que ya adelanto que son muchas pero que muchas cosas. Pretendo escribir en primera persona, por qué no algo de ficción, diálogos, etc.
-No escribía para nadie. No iba a publicar necesariamente el contenido de lo que escribiera, pero como reza el título de esta pieza, pues al final lo he hecho. Era un paso lógico, que solo iba a dar si conseguía juntar algo de contenido, como así ha sido, por lo que espero que esta carrerilla que se ha iniciado no se detenga ya nunca. Por otro lado como he dicho antes, no me voy a marcar ningún tipo de periodicidad.
-Ficción. Ahí me reconozco de la vieja escuela, y por motivos que ya tendré tiempo de desarrollar en un futuro, me temo que todavía mi pudor y otras cuestiones prácticas me obligarán a no dar demasiados detalles sobre mi vida personal, aunque la ávida lectora sabrá ir expurgándolos. Creo que me explico.
Pues bien, ayer estuve ni más ni menos que 16 horas de reloj trabajando en lo que los informáticos llamamos un pase a producción. Y la verdad es que aunque no salió mal del todo me volvía a casa bastante triste, por aquello de los errores que me pudieron ser imputables en el proceso y las cosas que todavía quedan pendientes por hacer. En fin, nada que no le pase a absolutamente cualquier persona que trabaja o que viva, sin más.
Lo cierto es que volver en bicicleta a las 6 de la mañana en una noche calurosa como la de anoche en Barcelona es una gozada, y además en bajada. Con la puñetera pandemia no cojo la bicicleta con la regularidad que me gustaría, y de hecho con el deporte me pasa un poco lo mismo que con la escritura. Es un hábito que lamentablemente perdí hace mucho tiempo y al que todavía no he conseguido reengancharme. En fin, esto es materia de una y más de una pieza en el futuro, seguro.
Bueno, pues un poco la idea sobre la que hoy quería escribir es que me he levantado con más ganas de crear que de consumir creaciones ajenas, y esto creo que es una excelente noticia.
Estaba leyendo el plúmbeo libro que referí en alguna pieza anterior, que de verdad que lo estoy gozando, pero me he levantado, me he sentado delante del portátil, al que reconozco que estoy algo enganchado, y me he puesto a escribir.
De hecho lo que he hecho, valga la redundancia, es crear la bitácora. Dudaba si comprar el dominio y alojarlo en mi propio servidor, pero al final y sin que sirva de precedente, he tomado la opción fácil. Tras una breve búsqueda por internet he descartado “blogger.com” porque por narices me obligaba a vincular mi cuenta de Gmail con el blog, y yo, como he dicho en muchas ocasiones, soy de la vieja escuela, y no quiero vincular cuentas de servicios que nada tienen que ver.
He dado con “wordpress.com” y tengo que reconocer que es espectacular lo fácil que lo ponen, la interfaz tan amigable e intuitiva, y lo bonito que queda el tema por defecto. Soy muy consciente de lo que implica crear un blog en un proveedor gratuito. Si no pagas, el producto eres tu. Además lo pueden cerrar en cualquier momento, no será fácil sacar el contenido si se quiere llevar a otro lugar, etc.
¿Qué hace un servidor de ustedes para mitigar todos estos riesgos? Pues muy sencillo. Abre su libreoffice, escribe su pieza, y cuando está terminada, corrector ortográfico pasado, la copia y la pega en una nueva entrada del blog y la publica. De esta forma queda una interfaz muy clara y bonita para leer desde la red de redes, con la ventaja de que se pueden compartir los enlaces y esas cosas, y el contenido lo sigo teniendo en el archivo en local, en el disco duro de mi ordeñador. Por cierto, a ver si hago copias de seguridad con más regularidad, aunque si hay un desastre el hecho de tener el blog pues también ayuda a que el contenido no se pierda.
Soy consciente de que lo próximo será levantarse por la mañana corriendo, cual chiquillo el seis de enero, y acudir ávido a las métricas que ofrezca la plataforma para ver las reacciones que han suscitado las peroratas que en el blog que se viertan, que por otro lado es fácil que sean una o ninguna. Bueno, habrá que vivir con ello, pero como he dicho más arriba, escribo por el placer de hacerlo.
¿Por qué publicar entonces? Por dos motivos:
-El escrito, como dice su propio nombre, ya está escrito, por lo tanto si a alguien le hace bien leerlo pues magnífico.
-El trabajo adicional que me supone publicarlo es ínfimo, por lo que el cociente coste – beneficio creo que es positivo.
Igual más adelante queda lo que podríamos denominar postproducción. A saber, difundir el enlace a la última pieza en redes sociales, etc. Sinceramente dudo que esto vaya nunca a suceder porque ni tengo redes sociales prácticamente, ya que ni las uso ni las entiendo demasiado bien, ni quiero dedicar tiempo a esa tarea. Precisamente el hecho de publicar en un servicio de blogs gratuitos es que se genere tráfico al indexarse su contenido y esas zarandajas.
De hecho me gustaría hacer un experimento, que consiste en salvo contadas excepciones, como mi pareja (de mus, como dice ella) y personas muy cercanas no difundir el blog, y a ver qué pasa y a dónde llega. Tengo claro que el objetivo de escribir, al menos ahora mismo, es retomar un hábito, y no tener impacto en otras personas, por lo que no creo que me moleste mucho en difundirlo. Pero tiene cierta gracia, y es algo romántico, lanzar al mar el mensaje en la botella, dejar que flote, y a ver dónde vara y quien lee el pergamino que, amarillento y ajado por el paso del tiempo, contiene su interior.
Por último, y voy cerrando que mi cuerpo serrano me pide agua, lo que no solo no descarto, sino que me gustaría, es que más personas puedan escribir en este blog. Sería la segunda pata de lo que pretenciosamente podríamos denominar mi proyecto vital a corto plazo que consiste en ser tertuliano de medio pelo (lo segundo lo he conseguido “amb escreix”, que decimos en Catalunya) y de generar comunidad. Esto segunda entronca con mi pertenencia a la gran Contrabanda FM, en la que hace ya algunos años tenía programa y que dejé porque me estresaba algo que debería ser un placer, no una obligación.
Como igual lo que acabo de escribir no se ha entendido, lo intento explicar de otro modo. A mi lo que me gusta es lo colectivo, me aburre sobremanera hacer deporte yo solo, yendo a correr, ser autónomo o vivir solo. Lo que le da sentido a mi vida y lo que me gusta más que un guarro retozar en un charco, es hacer cosas con gente. Pues bien, el subtítulo del blog reza “ Pensamiento desde una óptica libertaria”, más que nada porque es cierto y porque creo que algo se tiene que poner para poder dar pistas sobre lo que se va a encontrar la persona que aterrice en la página.
Pues bien, siempre cumpliendo la ausencia de límites autoimpuestos, que dicho sea de paso no puede ser más libertario, si que echo de menos espacios donde libertarios, anarquistas o similar ralea expresen sus ideas y lo hagan argumentando, y no eructando. Me encantaría poder darle en los morros a más de uno con argumentos, datos y con criterio y exponer la concepción del mundo que tenemos, pero insisto, con criterio, no desde lugares comunes como “todos los políticos son unos chorizos”, y sobretodo planteando alternativas y reiterando, las veces que haga falta, que el único límite que tenemos para cambiar las cosas es el que nos autoimpongamos. En ese sentido me encanta el contenido, pero también el título, del podcast “ampliando el debate”1, que derriba los muros invisibles y tremendamente estrechos y claustrofóbicos de lo que está en el debate público.
Bueno, he adelantado aquí parte de mi ideario y planes futuros, veremos hasta donde llego, o mejor dicho, llegamos, les meto a ustedes en el ajo.
1https://www.colectivoburbuja.org/category/burbuja-radio/ampliando-el-debate/