Gerontocracia

El tema de hoy se me ha ocurrido al escuchar la noticia de la muerte de la juez (o jueza, vaya usted a saber) Ruth Bader Ginsburg. Si fuera el insoportable Miguel Ángel Aguilar y este fuera su clásico telegrama radiofónico, consumiría la mitad del mismo citando, hasta su última palabra, el pomposo cargo que ocupaba. Pero como no lo soy, pues casi lo único que me interesa de este asunto son dos datos: su estatus de poder y su cargo.

Bien, presumo que una jueza tiene poder, y lo que es objetivo es que 87 años son muchos, en mi modesta opinión demasiados, para estar en primera linea. Baste solo un dato, en el momento de su fallecimiento, y cuando, entiendo, estaba todavía en activo, había alcanzado ya el 109% de la esperanza de vida del país donde nació y vivía1.

Parece este un argumento rocambolesco (por cierto, gran palabra con un curiosísimo origen etimológico), debería estar haciendo un sesudo análisis de separación de poderes, de lucha entre candidatos para renovar o no su puesto, aún caliente, por el de otra mujer (parece ser seguro) de la cuerda de uno o de otro. Pero lo que me interesa aquí es observar como donde se corta el bacalao siempre hay personas que con el debido respeto por las canas, no se pueden tildar de otra cosa que de ancianos.

¿Significa esto que las personas, al alcanzar una edad, ya no sean válidas y haya que arrinconarlas a un lado? Ni muchísimo menos. Mi tesis es que toda organización debería organizarse horizontalmente, sin hiperliderazgos, pero si queremos un parche posibilista, por lo menos debería representar, lo más fielmente posible, las características del grupo al que representa. Y la edad es un atributo que no es menor. Tan malo es no dar una puñetera oportunidad a una joven por supuesta falta de experiencia a colocar un tapón generacional de personas que no se van ni con agua caliente.

El problema sucede casi siempre en puestos clave, con una gran proyección hacia el exterior y mediática, y que son víctima de un proceso de realimentación en el cual iniciada esa dinámica es muy difícil salir de la misma. El ejemplo en mi opinión más paradigmático es el candidato a presidir un ejecutivo, del nivel que sea, por parte de un partido. Si gana, pues a los próximos comicios va el mismo. Y si gana dos seguidas, y no existe límite de mandato, ¿por qué cambiar si esto ha funcionado? Y el resto de la historia ya lo conocemos.

Por tanto adelanto mi postura: si nos tenemos que tragar la figura de la lideresa, de la persona capaz, de la que ha llegado ahí por sus propios méritos (que cantidad de condicionales…) por lo menos que sea una persona con una edad que le permita ejercer con salud su cargo, y con la suficiente perspectiva para poder aplicar cambios si se precisa. Y lo siento, una persona anciana es menos probable que cumpla estos atributos que una que no lo sea.

Vamos ahora a hacer un rapidísimo repaso por las organizaciones más poderosas del planeta, y para ello voy a emplear magnitudes que soy consciente que solo patilleramente pueden ser asimilables, como cifra de ventas2, PIB3 o número de fieles4. Empecemos.

Siempre voy a expresar la edad que tenía la persona al acceder al cargo. La que se lleva la palma por número de empleados y clientes, además de por su milenaria historia es la iglesia católica. Nada voy a descubrir sobre el consabido truco del almendruco de elegir a un Papa anciano para que la casque pronto y no le de tiempo a cambiar nada. Solo un dato, el actual Papa fue elegido cuando tenía 77 años, y se le considera un Papa joven….

Vamos a picar ahora un poco de Estados. Estados Unidos, 71 años, China, 59 años, Japón, 58 años… Vaya parece que le media está bajando y me estoy tragando mis propias palabras. Pero podemos hacer lo que los sajones llaman “cherry picking” y saltar a Brasil (64) o podemos ir a cualquier otra iglesia que queramos.

Esta regla tiene a mi juicio una notabilísima excepción, y es el de las transnacionales, donde si asumimos que el que manda es su rostro visible, cosa que igual no es tan así, es espectacular el cambio que se produce. Aquí es la dictadura del acné, y muchos de sus fundadores, ceos, presidentes o como quiera que sea el título nobiliario no llegan a la treintena.

No seré yo el que cante las bondades de la empresa privada y de su dinamismo, donde los mejores llegan y los mediocres se quedan por el camino, pero creo que francamente merecería un análisis en profundidad este fenómeno, Y ojo que empresas como Apple ingresan nada menos que 280.000 millones dólares. Para que se hagan una idea el presupuesto del reino de España, el decimotercero país por PIB a nivel mundial, no llega al doble, algo más de 472.000 millones de euros.

Acabo de darme cuenta que el anexo que he consultado de la wikipedia habría que revisarlo, pues no aparecen gigantes como Amazon o Google, y eso es importante porque es cierto que una cosa es quien cría la fama, en términos de valoración bursátil, y otros los que cardan la lana, en términos de ventas.

Pues lo dicho, que aquello que se denominó gerontocracia y que se le endosaba a la pérfida Unión Soviética, con jovenzuelos como Chernenko (73 años) o Gromyko (76 años) no es algo que ni haya pasado a la historia ni deje de practicar el mundo libre.

1https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Pa%C3%ADses_por_esperanza_de_vida

2https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Empresas_por_ingresos

3https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Pa%C3%ADses_por_PIB_(nominal)

4https://es.wikipedia.org/wiki/Principales_grupos_religiosos