Nomenclátor

Este ministro sin cartera queda patidifuso cuando escucha por la radio que existe un hospital con el nombre de una niña, vamos, una niña que está actualmente viva y coleando. Uno se pregunta qué méritos tiene que tener una persona para merecer el nombre de una calle, o el de un centro donde igual hasta te salvan la vida. Asumiendo que aceptamos ese culto a la personalidad, es un papelón tener que justificar los méritos de esta persona, una niña, para merecer tan egregia distinción. ¿Ha creado una start-up biotec que cotiza en bolsa y con sede en el valle del silicio? ¿Ha liderado un equipo de investigación con provechosísimo resultado científico? ¿Es acaso una deportistas de élite, la Nadia Comaneci patria?

Pues no, todo su mérito es ser una Borbón. El esperpento es el Complejo Hospitalario Infanta Leonor, como consta en el Catálogo Nacional de Hospitales1. Tirando un poco de hemeroteca, fue inaugurado en 2008 por la ínclita Esperanza Aguirre, y aunque reconozco que no he investigado en detalle el proceso que se siguió en este caso para bautizar al edificio, me puedo imaginar el vergonzante ritual adulatorio.

-Bueno, ahora solo falta ponerle un nombre al hospital.

Silencio.

-¿A alguien se le ha ocurrido un nombre?

Silencio.

-Bueno, ¿qué os parece “Infanta Cristina”?

-Presidenta, es que se está investigando a su marido, parece que hay indicios serios de irregularidades, creo que es mejor esperar acontecimientos.

-Vaya, otro que me ha salido rana. ¿Alguna otra idea?

Silencio.

-Bueno, pues si no puede ser Doña Cristina le ponemos el nombre de la pequeña, la hija de su hermano, ¿cómo se llama?

-Leonor, presidenta.

-Pues eso, a esa todavía no le ha dado tiempo a meterse en líos, ¿no? – espeta con una sonrisa y una mueca.

Carcajadas, por la enésima salida graciosa de la lideresa.

Yo puedo tragar sapos y culebras cuando veo hospitales de bandera, en muchos sentidos, y que se llamen “Sant Joan de Déu”. ¿Acaso no hay nada más contradictorio que la fe y la ciencia? Pero tengo que admitir, mal que me duela, aunque la religión, en particular las monoteístas y puestos a escoger, la católica, que es la que más conozco, son probablemente el origen directo o indirecto número uno de todo lo malo que en el mundo ha acontecido, hay que reconocerles algo. Y es que muchas de las religiones, no solo la católica, lo mismo que hacían el mal hacían el bien, y esto se traduce en los cuidados que han prodigado muchas veces a través de lo que hoy podríamos homologar como hospitales.

Por tanto ahí me la envaino. Ahora bien, que personalidades como “Reina Sofía” o la inexistente “Virgen de las Nieves” tengan un hospital….

Concluyo señalando que siguiendo el dicho listado de centros hospitalarios llama la atención que la mitad de los centros allí referidos (421 sobre 838) son privados. Si a esa categoría le añadiésemos alguna más, como “Mutuas Colaboradoras con la Seguridad Social” u “Organizaciones no gubernamentales”, esa proporción aumenta.

En este sesudo debate de tertulianas de medio pelo donde se señala, no sin razón, a un atribulado general que mira hacia atrás y no divisa tropa alguna, que más bien fuera sargento chusquero, al mando de la tropa del Ministerio de Sanidad, igual habría que preguntarse cual es el modelo de tenencia de dos suculentos negocios (para algunos) que deberían ser ejes estratégicos para todos: sanidad y educación.

¿Está justificado que en pleno siglo XXI más de la mitad de los centros hospitalarios sean privados? Ante una pandemia, ¿se comportará igual un hospital privado, que es un negocio, y uno de titularidad estatal? Está bien que haya debate en la aséptica dialéctica centro – periferia, con el tan cacareado, pero no menos cierto, problema de decenas de reinos de taifas, con sistemas informáticos pobremente integrados que generan un sinfín de dificultades, y por qué no decirlo, de negocio para las empresas que se lucran con esta situación.

Igual hay que desplazar el debate ideológico una miaja más a la izquierda, y volver a poner encima de la mesa la gestión colectiva, prefiero el término a “nacionalización” (¡qué espanto de palabro!) o “estatalización”, y no tanto otros debates.

Pero una duda me asalta, ¿será eso compatible con la Unión Europea?

1https://www.mscbs.gob.es/ciudadanos/prestaciones/centrosServiciosSNS/hospitales/docs/CNH_2020.xlsx