Protagonismo

El otro día fui a ver la segunda parte de la película The Croods con mis dos hijos. De hecho la primera parte, estrenada hace ya algunos años, la fui a ver con el mayor cuando tenía la edad de la menor. Es curioso como han transcurrido tantos años entre una parte y otra. La película está bien, al parecer de este ministro, porque son de las que tienen un guion lo suficientemente inteligente y trabajado como para que tenga dos niveles de lectura, una para niñas y otra para adultas.

Lo que quiero traer a colación en la pieza de hoy es el protagonismo de las mujeres. Puede parecer algo baladí, incluso frívolo, que una película comercial para niñas sea tratada desde este prisma, pero seguro que si han visto las películas que voy a referir pueden estar de acuerdo conmigo. En una escena de la película, al son de un auténtico temazo heavy ochentero que tengo que encontrar, salen unos personajes al rescate de otros. Lo novedoso, y me juego el mango de mi cartera siempre ausente a que esto no hubiera sido así hace solo diez años, es que las que rescatan son mujeres y los rescatados son chicos.

No es la primera vez que veo esto en dibujos animados, y la interpretación que yo hago puede ser optimista o pesimista, dependiendo el gusto. La versión optimista dirá que por fin se ha entendido que las mujeres son más de la mitad de la población mundial, y que nunca dejará de ser una anomalía su ausencia como protagonistas en historias al menos en proporción similar. La versión pesimista, a la que de momento me adhiero, es sencillamente que el capitalismo no es tonto, y si ahora lo que vende es “la mujer al poder” pues allá que voy. ¿Por que digo esto? Pues entre otras cosas porque al quedarme al ver los títulos de crédito, me suele gustar hacerlo, la mayoría de los nombres que desfilaron fueron de gachós. Es decir, mucho lirili, pero poco lerele.

Otra muestra es el hecho de que de la pareja heterosexual de protagonistas (de eso hablaré más adelante) la que salva en muchas ocasiones a la otra es la fortachona cavernícola, la chica. De hecho hay un momento en que aparece la otra adolescente, la tercera en discordia. Por la mama que por un momento me dije “verás, se van a atrever a meter una relación lésbica en una película para niñas”, pero no cayó esa breva. De hecho hubiera sido un giro sorprendente y novedoso, pero el argumento siguió por otros derroteros. No son pocas las películas infantiles y series que he visto, y no recuerdo absolutamente ninguna en que se muestre a las claras, ni siquiera de forma velada, una relación entre personas, robots o setas del mismo sexo. Esto daría para otra pieza.

Hay que reconocer que el simple hecho de que las mujeres sean las protagonistas es muy positivo, pero a mi me queda la duda en este tipo de artefacto comercial si hay sinceridad en ello o es simplemente una táctica de mercadotecnia. No sucede lo mismo en otro tipo de entregas, como por ejemplo el fantástico libro de Cristina Morales Lectura fácil, donde escribe una mujer y da voz a mujeres, ahí no hay duda.

Creo que ya comenté en una pieza anterior que hace ya algunos años me dio por leer solo libros escritos por mujeres, ahora he relajado algo esa regla. Puede parecer algo sectario, porque no niego que haya hombres que han escrito cosas maravillosas, pero siempre me quedaba la duda de conocer, por boca o pluma de las propias mujeres, lo que ellas tenían que contar. Por ejemplo una de las últimas novelas que he leído de Vargas Llosa, que no estoy seguro de que ni siquiera llegara a terminar porque no me gustó de demasiado, describe una relación lésbica que es menos creíble que una promesa del PP.

La actitud que intento tener como hombre, no se si lo consigo, es dejar espacio a las mujeres y que hablen, que se expresen, y no interpretarlas ni imitarlas. En mi opinión es tan natural como mantenerse callada cuando otra persona está hablando, o no monopolizar una conversación. Otra prueba del algodón sencilla es preguntarse: ¿dónde están las mujeres? ¿Dónde están las mujeres, por ejemplo, en el último programa de Economía directa que he escuchado y que hablaban sobre trabajo sexual? Pues ahí tienes a 4 tipos 4, por lo demás muy respetables, bien informados y seguramente bien aseados, hablando sobre un tema, siento decirlo, desde una perspectiva masculina. Y lo digo como hombre que soy, sabiendo muy bien lo que digo.

¿Y cómo puedo yo intuir que existe una “perspectiva femenina”? Muy sencillo, porque las he leído y escuchado, y veo notables diferencias. Ni todos los hombres ni todas las mujeres son un bloque monolítico que actúa, se visten y piensan de una misma forma, pero hay perspectivas que pueden ser complementarias. En el caso concreto del trabajo sexual se cayó en todos los tópicos, de nuevo siento decirlo, pero muy propios de los hombres. Enumeremos algunos. Empecemos por el lenguaje, tremendamente sexista, y que para mi tiene mucha más importancia de la que se le suele dar, pues sin quererlo (o si, vaya usted a saber) limita nuestro marco mental a la hora de reflejar o imaginar la realidad. Términos como “prostituta” o “trata de blancas” podrían ser fácilmente sustituidos por “trabajo sexual” o “trata de personas”. ¿Ven qué fácil? Decimos lo mismo, se entiende igual, pero es un lenguaje más neutro, menos sexista. ¿Y cómo puedo yo ser tan lista y sagaz de darme cuenta? Insisto en lo mismo, porque escucho a las mujeres.

Pero sigamos, el simple hecho de poner en un mismo saco drogas y prostitución (trabajo sexual, insisto), y de vincular trabajo sexual con proxenetismo ya tiene un sesgo. Ahí me sorprendió un contertulio, liberal pero de verdad, donde dijo que ambas cosas, con moderación, eran placenteras, y que lo que debía hacerse era legalizar ambas actividades, usarlas con moderación y combatir la delincuencia asociada a las mismas. No me voy a extender mucho en le tema, pero sin negar que hay trabajadoras sexuales que no lo quieren ser, que hay (generalmente hombres) que explotan a mujeres, eso es un tema relacionado, pero no idéntico, a trabajo sexual. Eso es una actividad delictiva y hay que combatirla, como cualquier otra, ni más ni menos. El debate es otro, abolicionismo o trabajo sexual, eso da para otra pieza.

Iba a titular la pieza como #metoo, pero me da bastante rabia que siempre tengamos que adoptar el lenguaje de los yankis, e incluso otorgarles la paternidad de la indudable ola que recorre el mundo y que creo está colocando a la mujer un poco más cerca del lugar que se merece, que no es ni más ni menos que el mismo que el de los hombres. No hay ningún motivo por el que no deba estar igualmente representada como directora de películas, guionista, protagonista o cualquier otra actividad humana.

Como contraste me estoy leyendo mi primer libro escrito por Turgenev, y claro eso era otra cosa. Ahí la mujer es puro florero, no tiene ningún tipo de papel protagonista y es casi imposible encontrar un argumento en el cual no aparezca ligada a una historia de amor. Dicho de otra manera, seguramente cueste encontrar personajes femeninos en el XIX donde una mujer no tenga algún tipo de relación amorosa. Por supuesto el otro rol que se le asigna es el reproductivo, como madre.

Una cosa que olvidé mencionar antes, y esto va en el debe de colocar a mujeres como protagonistas de películas comerciales, y por tanto de un potencial impacto social, es el de la retroalimentación entre realidad y ficción. Siempre he dudado de acercarme a fenómenos desconocidos a través de la ficción. Por muy realistas que sean las obras no dejan de ser ficción, por tanto creo que hay mejores vías para conocer aquello que se quiere aprender. Abro pequeñísima digresión para mencionar la fantásticas Los tarantos, película que permite ver algo que ya no existe, como el Somorrostro en Barcelona. Bien, decía que la relación entre realidad y ficción es interesante, porque los referentes son importantes, y marcan muchas infancias que a la postre se convierten en vidas adultas.

Si hay niñas (y ojo, niños) que ven niñas o mujeres, con las que se pueden identificar, hacer cosas divertidas, malvadas o lo que sea, pero que las hacen ellas, pues normalizarán un mundo en el que hay mujeres y hombres, y que no pasa nada porque todo tipo de roles sea desempeñados por las unas o por los otros según sea el caso.

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