Americano

Este fin de semana ha publicitado la emisora de los Polanco con gran alegría y alboroto una entrevista a Obama. A la sazón se da una cuenta de que RTVE hace lo propio, y claro, blanco y en botella. No es que el sagaz Pino haya conseguido una entrevista con el ex-presidente yanqui, sino que éste ha escrito un libro de memorias y lo está promocionando. Es lo mismo, pero no es lo mismo. Será uno de esos volúmenes que a no pasar mucho el tiempo, acabará engrosando la quincalla expuesta en el suelo del rastro. Veremos.

Tengo que reconocer que Pino, en algún momento, ha reconocido, o al menos eso creo yo recordar, que entrevistar a una persona por la que siente admiración es difícil. Eso le honra. Lo que no le honra es el tono adulador de la entrevista, lo que hasta cierto punto es comprensible, sino de la pre y post entrevista. Me refiero a la tertulia que tiene con corresponsales extranjeros, y con la de hoy, compartiendo mesa y mantel con Millás.

Me gustó mucho la postura de Hans-Günter Kellner, en la que era muy crítico con los asesinatos perpetrados por Obama, con el agravante de que éstos se produjeron fuera del territorio yanqui. Ni ayer ni hoy he escuchado el programa completo de A vivir, pero en el rato que lo hice no se mencionó lo que para mi es cojonudo, que le otorgaran el Premio Nobel de la Paz. Por supuesto que los hechos dan lugar a interpretación, pero va ahí la mía. Una persona ordena asesinar a otra. Por el camino mueren unos pocos inocentes, creo recordar que incluso niños. Todo esto sucede además en territorio extranjero, respecto al ordenante. Esta persona lo comunica a nivel mundial, a bombo y platillo, y no solo no tiene ningún tipo de consecuencia penal, sino que le dan la más alta distinción a nivel mundial, como es el Premio Nobel de la Paz.

En el libro parece que menciona algo así como el shock que le representó darse cuenta de que parte de las tareas que tenía por delante como Presidente de los Estados Unidos era ordenar la muerte de personas, curiosamente siempre hombres, por aquello de que quien a hierro mata a hierro termina, supongo. Y parte de la retórica machirula y belicista justifica la reacción yanqui a los atentados del 11S, “algo teníamos que hacer”. Pero supongo que eso mismo pueden decirse a sí mismas las personas que se sientan agraviadas por los asesinatos de Obama, y esto es una espiral que no tiene fin.

Me declaro incompetente para determinar de todo lo que haya podido suceder en sus ocho años de mandato qué es mérito suyo, y qué es su responsabilidad. En un régimen presidencialista como el yanqui al menos formalmente tiene mucho poder, luego la cosa siempre resulta más compleja. Y ahí viene el segundo punto de cinismo que he detectado tango en sus palabras como en la interpretación de las mismas que realizaron este fin de semana sus aduladores. Del “Yes we can” a “bueno, hicimos los que pudimos”. No se si han visto ese video que circula por guasa del “si saben como me pongo, pa que me invitan”, pero aplica a la perfección al cinismo de los políticos. Saben de antemano que todo aquello que prometen no lo van a poder realizar, pero aún así lo prometen. Luego viene aquello de la “desafección”, y se hacen cruces, porque claro, mal que nos pese al menos nuestros padres eran cristianos.

De nuevo hablo con la mano en el coraçao, y admito que los Estados Unidos no es un país sencillo. Extraordinariamente religioso para nuestro estándar europeo, y ultra-capitalista, pero los logros del amigo Obama, como ese “Obama care” en fin…, dejan mucho que desear.

Es junto a Blair una de las figuras que yo recuerde ahora mismo cuya distancia respecto a la imagen pública, a lo que representa el personaje, de la realidad de los hechos, de su obra, resulta mayor.

El primero está en el estercolero de la historia, le deseo al segundo que le pase lo mismo. No por un odio malsano, envidia o similar, sino porque analizando todo lo que sucedió durante sus dos mandatos creo que es lo menos malo que le puede suceder, ya que este ministro no cree ni en tribunales, ni en cárceles ni en la pena de muerte.

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