Opciones

He quedado estupefacto esta mañana leyendo una de las dos editoriales1 del periódico El País que felicita al presidente de un país por ordenar una operación2 en un tercer país con el resultado de que 24 personas han muerto (“perdieron la vida” según el rotativo).

Claro, se me acusará de sectario, de decir medias verdades, de todo lo que se quiera. Ahí están las fuentes, consulten ustedes y saquen sus propias conclusiones.

Hay cosas que todavía me sorprenden, pese a mi vetusta edad. No me sorprende que la prensa de los Polanco repitan, una y otra vez, que Biden bueno, Trump caca. No seré yo sospechoso de defender a ningún presidente de Gobierno, pero es casi me parece infantil la toma de posición. Lo que dice el editorial, que entiendo que de alguna manera expresa la opinión de ese medio de comunicación, es que apoyan la violencia. ¿No habíamos quedado que la violencia nunca, que eso era caca?

Pero es que la cosa tiene guasa, si no fuera porque hay un par de docenas de personas que han muerto. Resulta que es una persona que ordena una acción militar en otro territorio. Supongo que como hablamos de Estados Unidos ya nos hemos acostumbrado a ello, y seguro que esto sucede con mayor frecuencia de lo que nos imaginamos, pero este que les habla, como no debe lealtad alguna, puede escribir lo que piensa: siempre me parecerá execrable la muerte de cualquier persona en cualquier circunstancia. Pero es que además las circunstancias son cojonudas. Una persona da una orden para que se realice un ataque en otro territorio, sabiendo que iba a correr la sangre.

Y resulta que el medio de comunicación lo alaba, pero para más inri dice que era la menos mala de las opciones. Y ahí es cuando ha saltado como un resorte una de las alertas anti-trampa dialéctica que llevo incorporadas a mi cuerpo serrano desde hace ya tiempo: siempre hay alternativas. Lo diré hasta la saciedad, los únicos límites que tenemos son aquellos dados por la física, que por mucho que nos empeñemos en intentar doblegarlos con tecnología nunca lo conseguiremos. Todo lo demás depende única y exclusivamente de la voluntad colectiva.

Con esto quiero decir que una cosa es que una sesuda tertuliana de la Secta haga un pormenorizado análisis de la situación en Siria y bla bla bla, y otra bien distinta es que se jalee desde un medio de comunicación con el impacto que tiene El País, ¿o igual ya no tiene el impacto que tenía?

Abro digresión. Hablando con unos familiares a los que por otro lado adoro salió el tema de El País, periódico al que si no estoy equivocado estaban, están y estarán suscritos por los siglos de los siglos. Yo soy el primero que me reconozco un lector eventual del mismo, y sin sonrojo afirmo que de los diarios de tirada nacional, como se les denomina, es el mejor de calle. Siendo sincero porque sus competidores, con todo el cariño y el respeto a los profesionales que hacen lo mejor que pueden, son muy pero que muy malos.

Bueno, pues en esa sobremesa les pregunté si no se habían dado cuenta del giro que había experimentado su linea editorial en los últimos años, dicen las lenguas viperinas, como la mía, que quizá causado entre otras cosas por sus deudas con entidades financieras y otras hipotecas pendientes. Me contestaron con un sincero no, y ambas personas de tontas no tienen un pelo, así que dado que estoy muy seguro de la respuesta a la pregunta que les formulé supongo que su respuesta viene dado por estar de acuerdo con lo que el medio expresa y la visión del mundo que tiene.

Cada una de las decisiones que tomamos en nuestro día a día tienen un impacto, y cuanto mayor es el poder de la persona que toma la decisión, mayor es lógicamente el impacto en la vida de los demás de la misma.

Otra conversación que he tenido, creo que esta semana, tiene que ver con otra persona que me confesaba que le ponía muy nerviosa la actitud de esa especie de vanguardia revolucionaria que dice luchar por los intereses de una. Él me argumentaba que le dejaran en paz, que ya sabría cómo defender sus propios intereses.

Esta conversación venía a cuento de los altercados que ha habido en algunas ciudades, en particular en Barcelona, por el encarcelamiento de Pablo Hasél, que como ya he dicho anteriormente a mi juicio obedecen más a una explosión social que a una lucha coordinada para obtener un objetivo político concreto.

Bien, pues resulta que esta persona con la que hablé a su vez estaba dándole a la sin hueso con otra persona que había participado en esas protestas. La protestante le decía a mi allegada que estaba luchando por sus intereses, la de mi allegada, lo que como ya dije anteriormente la enervaba.

Pues bien, yo no quise polemizar, porque las cosas llevadas al terreno personal siempre son delicadas. ¿Quién soy yo para juzgar los actos de otra persona? Bastante tengo con lo mío. Pero lo que si creo es que sin caer en eso de las vanguardias, que ya sabemos en qué suelen terminar, no es menos cierto que hay una masa silenciosa de personas que piensan y creen cosas que luego no llevan a la práctica. Optan sencillamente por el camino que menos dolor les provoca, y claro, el conflicto estalla, como hemos visto, entre las personas que sí dan el paso y las que no, teniendo ambas probablemente una comunión de ideas y de visión del mundo.

El ejemplo más paradigmático es el de la huelga. En otro momento me explayaré un poco más sobre mi experiencia personal sobre las mismas, que no da para un libro pero si para una pieza. La cuestión es que suele haber dos perfiles. La trabajadora que participa en la huelga y la que no. La que no lo hace en su inmensa mayoría, digan lo que digan y se justifiquen como se justifiquen, lo hacen por miedo. Miedo a ser puestas de patitas en la calle, miedo a perder dinero, miedo a…. Miedo. Y las que participan sencillamente optan por vencer ese miedo, que estoy convencido que en la mayoría de las ocasiones lo sienten igual que el resto, y van a la huelga.

¿Qué sucede si la huelga es un éxito y la empresa o el Estado se aviene a parte o todas las reivindicaciones? Que el conjunto de personas de esa empresa o funcionarias afectadas se benefician, hayan hecho o no huelga. Como estoy seguro de que ustedes han desempeñado un rol o el otro juzguen ustedes mismas.

Pues bien, son opciones. Un particular empeño que tengo y al que modestamente dedico los esfuerzos que puedo es a ampliar y facilitar esas opciones. Y lógicamente lo hago participando en colectivos que van en esa dirección. Pondré solo algunos ejemplos.

Si el siglo XX puede ser catalogado desde el punto de vista del trabajo como el de la producción creo que está claro que el XXI es el siglo del consumo. Por tanto casi más efectivo que la huelga de producción es la huelga de consumo, o al menos optar por eso que se denomina consumo responsable. Tiene que haber opciones que permitan comprar en algún lugar, físico o digital, que no sea Amazon.

Deben crearse empresas de propiedad colectiva donde el centro sea la persona, con un objeto social claro y al que se dediquen todos los esfuerzos, y que sea distinto al “ganar dinero”.

Debe haber formas de hacer política al margen de ir a votar cada cuatro años. Para toda esa a veces cuasi mayoría de abstencionistas debe haber un más allá. Si lo hubiera se acabaría eso de votar a un partido político, seamos claro casi siempre el PSOE, con la nariz tapada. No habría que hacerlo, porque se tendría la fuerza para presionar al Estado desde fuera de las instituciones y hacer un mundo mejor.

Claro, que esto sería tachado por la caverna de antidemocrático, de estalinista, ¿cómo va a ser eso de presionar desde fuera? Ya estamos viendo la amenaza de terrorismo de Estado que implica las peticiones de pena de la fiscalía a las cabezas de turco que rodearon al parlamento.

Mi respuesta es muy sencilla: las que mandan no se presentan a las elecciones, así que menos lobos caperucita. No se trata de conquistar el poder, sino de construir una alternativa. Son opciones.

1https://elpais.com/opinion/2021-02-26/doble-acierto-de-biden-en-oriente-proximo.html

2https://elpais.com/internacional/2021-02-26/ee-uu-lanza-un-ataque-aereo-en-siria-contra-estructuras-de-milicianos-apoyados-por-iran.html

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