Soberanía

Como escribí en la anterior pieza estoy leyendo Soberanos e intervenidos1 de Joan E. Garcés, y me ha venido la idea de escribir sobre el concepto de soberanía. Estuve tentado de jugar con el título para meter con calzador la conocida marca de licor, pero al final no he visto la manera.

Lo que interpreto como tesis central del libro es que los Estados son soberanos en tanto en cuanto sus instituciones democráticas son lo suficientemente fuertes como para impedir que las oligarquías que lo gobiernan se dejen cooptar por terceras, sean Estados o empresas, momento en el cual ceden la soberanía y pasan a a ser intervenidos.

El autor desmenuza una gran cantidad de documentos para demostrar lo que son sospechas: que Estados Unidos maneja los hilos en medio mundo.

Yo en cambio veo las cosas más en la lógica del acertadísimo concepto de “los de arriba y los de abajo” que yo al menos comencé a escucharle a Errejón y sus muchachos. Creo que las instituciones actuales son la forma refinada de ejercer el poder por parte de las oligarquías, que no de las élites, porque no han demostrado capacidad superior en faceta alguna.

A lo largo del siglo XIX fue una constante en la pugna entre absolutismo y liberalismo establecer en las distintas constituciones, cartas otorgadas o cualquier otra forma de rango supremo legal dónde residía la soberanía. Simplificando las dos fórmulas en lid fueron la soberanía popular o la soberanía real.

En la primera fórmula se le reconocía al pueblo la capacidad de decidir, sin tutelas ni estamento superior alguno. La forma de ejercer su voluntad era a través de elecciones, con voto habitualmente masculino y censitario, o en ocasiones masculino y universal.

En la segunda aproximación, la defendida por los absolutistas, era el monarca el que mantenía la soberanía y concedía algunos derechos, muy limitados, a sus súbditos. Era un préstamo más o menos temporal, que incluso se podía retirar dadas determinadas circunstancias, pero el que mandaba tenía una corona en la cabeza, y no precisamente de espino.

La primera aproximación, la de la soberanía popular, es la que se impuso en la mayor parte de los Estados nación que se conformaron a lo largo del siglo XIX (ya no podemos decir siglo pasado, sic….). Y así llegamos, dictadura por medio, al régimen del 78, donde un Estado formalmente soberano e independiente, el reino de España, aprueba una constitución donde se recogen todos estos extremos.

Pero la historia no acaba ahí, y España entra en lo que se llamó primero la Comunidad Económica Europea y más adelante en la Unión Europea, donde se aprueban una serie de tratados que tienen algunos hitos, entre ellos la adopción de una moneda única, el euro, que en España entra definitivamente en vigor en 2002.

No voy a entrar ahora en una valoración acerca de los efectos más o menos beneficiosos de la entrada de España en la Unión Europea, pero conviene recordar este pasaje de la historia, que además es muy reciente, para señalar, y esto no es una apreciación, son hechos, la renuncia formal a parte de la soberanía de España en pos de una entidad supranacional.

Y de aquel polvo estos lodos. Decisiones que se toman fundamentalmente para mantener un euro artificialmente bajo que le permita a Alemania exportar probablemente perjudican a territorios, como España, con una realidad económica e intereses bien distintos. Es lo que tiene no ser soberanas.

Descrito más o menos formalmente lo que ha sucedido, en términos más o menos legales, acerca de las idas y las venidas de la soberanía formal del reino de España, vamos con la perorata. ¿En qué se basa este vetusto ministro sin cartera para afirmar que en lo fundamental nada cambia, todo permanece? Pues en que el poder es el que se queda, y las instituciones son las que se transforman.

Evidentemente esta es una afirmación cuñadil de trazo grueso, del tipo “todos los políticos son unos ladrones” o “jugamos como nunca, perdimos como siempre”. Dejo a las investigadoras que hagan su labor de leer documentos, si es que algún día éstos son desclasificados, para contestar a algunos interrogantes que ahora mismo tenemos pero sobre los que hay fundadas sospechas.

¿Quién pagó y dejó caer al partido empresa Ciudadanos? ¿Alguien se cree que es posible montar la estructura organizativa que requiere presentar candidaturas en toda la piel de toro de la noche a la mañana? Por supuesto que Ciutadans era ya un partido con años de recorrido en Cataluña, pero el salto fue mayúsculo. Dicen las malas lenguas que el Banc de Sabadell puso el dinero, algún día sabremos si hay alguien más implicado. Ojo que hasta aquí todo correcto. No estoy diciendo que se haya cometido ilegalidad alguna, solo digo y reitero un concepto simple: el poder se oculta, no le gusta mostrarse, eso queda para los faraones, que estos días se van a dar un garbeo en coches que prometen ser de los más kitsch por las calles del Cairo.

Y pese a que se nos dice que hay una democracia consolidada, que no hay fraude, y que una ciudadana es un voto, ¿cómo casa todo esto con la afirmación de que se “ha dejado caer a Ciudadanos”? ¿Ha habido fraude electoral acaso? ¿Se han cambiado ollas rellenas de papeletas por otras en un descuido de las apoderadas? Es algo realmente difícil de digerir. Lo más plausible, por mucho que le pese a los buenistas de la SER y otros corifeos del régimen del 78, es que haya poderosos mecanismos de manipulación de la opinión pública, como redes sociales, periódicos, radios, etc. que tengan la capacidad de lanzar mensajes que realmente calen en las personas y modifiquen su conducta. Y esto, amigos y amigas, cuesta dinero, y hay quien lo tienen a espuertas.

Sigamos, ¿tenía precedentes la aparición hasta en la sopa del coletas y el resto de podemitas en televisión cuando apenas tenían un puñado de escaños en el Parlamento Europeo? ¿Alguien recuerda algo parecido? Para quien no lo recuerda en la Secta salían hasta en la sopa rostros ahora conocidos de Podemos cuando todavía no tenían ni representación en el parlamento. Luego, por arte de virlivirloque, han desaparecido, y apenas salen. Las malas lenguas apuntan al empresario extrotskista Jaume Roures, pero más gente tiene que estar implicada.

¿De dónde sacó la pasta Podemos? ¿De Irán o Venezuela, como apuntaba sin prueba alguna el sabueso Inda? Las que tenemos alguna experiencia en organizaciones asamblearias que expresamente malviven al margen de subvenciones sabemos el dineral que cuesta todo, y de repente solo con el apoyo de simpatizantes y con la expresa decisión de no acudir a la financiación de bancos levantan un tinglao de ámbito estatal. Alguna vez se sabrá la verdad, quién o quiénes fueron las paganas.

Y cito solo un ejemplo más, la controvertida decisión del presidente de la Sala Contencioso Administrativo, Luis María Díez Picazo, en 2018 de parar en seco la decisión de que los bancos, y no los clientes, pagaran el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados, esgrimiendo argumentos como “su enorme repercusión económica y social”2. Esa decisión, por cierto, tuvo algunos giros argumentales posteriormente, pero sonroja la actitud servil de tamaño esbirro del poderoso, en este caso la oligarquía financiera de este país, que junto a la oligarquía energética es uno de los pies que nos mantienen sometidos desde hace ya demasiado tiempo. En pocas palabras, que como en el dado había salido “3”, que vuelva a tirar hasta que salga “6”.

Concluyo señalando que quizá Garcés hable de un tiempo, la segunda mitad del siglo pasado, donde todavía era posible. Donde utopías o proyectos alternativos eran alcanzables, y donde la ideología todavía pesaba más que la economía. Lamentablemente, o no, vaya usted a saber, esos tiempos me temo que han pasado, no se si para siempre. Ahora las que mandan son las empresas transnacionales, y lo diré hasta la saciedad, no se presentan a elecciones.

1https://www.sigloxxieditores.com/libro/soberanos-e-intervenidos_17862/

2https://confilegal.com/20181019-diez-picazo-rectifica-el-pleno-de-la-sala-tiene-que-debatir-y-decidir-sobre-el-giro-jurisprudencial-del-iajd/