Derechas

Si en una pieza anterior hablaba someramente sobre las izquierdas el reciente asalto al Capitolio es una buena ocasión para hablar de las derechas, en plural, porque no hay solo una. Utilizo este término por ser lo suficientemente amplio y difundido como para englobar a la mayoría de paisanos que el otro día irrumpieron en el Capitolio. Alguna mujer hubo, como la que lamentablemente murió, pero me temo que estos actos violentos, para bien o para mal, son más de testosterona que otra cosa. Por otro lado no me gusta emplear el término “fascismo”, porque responde a una realidad histórica concreta y tiene unas características que no se dan en la mayoría de personas o partidos que son tildados de fascistas.

Empiezo por una idea que sobrevuela mi cabeza porque la he escuchado recientemente, mientras me daba el paseo que he podido por las gélidas calles de Barcelona. Y es el la idea de que por ser pobre no se tiene que ser necesariamente de izquierdas. Es más, hoy en día es casi más probable que sea de derechas o de extrema derecha que de izquierdas. ¿Cómo es eso posible? Pues una idea que me ha gustado mucho que ha lanzado el intrépido tertuliano que escuchaba, como siempre en uno de mis programas de cabecera, Ampliando el debate, es una mezcla de sentido de pertenencia y de miedo.

Por un lado suele ser más apetecible ser cola de león que cabeza de ratón, es decir, es más reconfortante sentirte que eres parte del grupo ganador, aunque tu papel sea nulo o incluso aunque la oligarquía que mueva el cotarro te machaque con sus decisiones, que pertenecer al grupo de las perdedoras. En el caso del trumpismo, del Partido Republicano o de las derechas yanquis creo que se puede afirmar. No quiero decir, básicamente porque no tengo ni idea, que las personas que entraron en el Capitolio puedan seguir este ni ningún otro patrón. Solo digo que es plausible, básicamente porque lo veo todos los días en mi realidad, que alguien pobre o por lo menos un currela de pocos ingresos y nula estabilidad laboral, simpatice con partidos e ideologías que van desde la derecha a la extrema derecha.

Por otro lado está el miedo. El miedo a que venga el que es más pobre que tu y te quite lo poco que tienes. Es lo que yo denomino la guerra de pobres, o el pobre contra el pobre. Y ojo que esto se da entre personas, donde hay una jerarquía, pero también en los países, luego me refiero brevemente a ello. En la cúspide racial están las blancas, luego vienen el resto. Dependiendo de la zona geográfica, en este caso los Estados Unidos, probablemente asiáticas. Luego entre negras e hispanas, y finalmente otro tipo de etnias. Esto en lo que se refiere a la raza, muy importante allí, quiero creer que algo menos aquí, pero esto lo escribe un hombre blanco, claro.

Aunque es un concepto que odio con toda mi alma, me estoy dando cuenta de que algo de razón tiene eso de “marca España”, como existe la “marca Estados Unidos” o la “marca Alemania”. Es decir, se tiende a proyectar el lugar que okupa un país en el ranking de países ricos, pongamos por caso medido por PIB per cápita, a la persona o al profesional. Me doy cuenta de que en mi profesión tiendo a ser, sin darme demasiada cuenta, xenófobo. Por ejemplo si recibo un correo electrónico de una persona con nombre que me suene a indio o paquistaní lo veo con peores ojos que si me suena a anglosajón. Y es que en cierta medida, y pasa con publicaciones científicas y cualquier otro tipo de actividad humana, me da la sensación de que se tiende a ver con mejores ojos lo que se hace en países ricos, y no lo que hacen personas y grupos brillantes, que por una cuestión de sentido común, se tiene que dar por todo el planeta.

Sigamos analizando los grandes grupos de la derecha, poniendo el foco en los Estados Unidos, aún a riesgo de caer en la caricatura y reconociendo de antemano mi nulo conocimiento experto sobre la materia. Podríamos hablar a continuación de personas conservadoras. Probablemente (de nuevo) son hombres y mujeres blancas más de cincuenta años y que creen en Dios. Y esto no es ninguna tontería, porque una de las cosas aparte de llevar armas hasta el lavabo que nos llama la atención desde un punto de vista europeo es la religiosidad imperante en los USA. Yo para mi desgracia estoy bautizado y he hecho la comunión, por lo que estadísticamente soy católica. Pero eso no quiere decir ni que crea en Dios y mucho menos que sea practicante. Mi hija por ejemplo no es del club, a mi hijo para mi desgracia le inscribieron a mis espaldas, pero eso es otra historia. Con eso quiero decir que la imagen jocosa de la familia Simpson yendo cada domingo a misa tiene un sustrato de sociológicamente cierto.

Lo que define a las conservadoras es precisamente eso, que tienen algo que conservar. Un estatus social, una renta, unas costumbres, propiedades, algo. Los desarrapados y pobres de los arrabales son otra historia. Los red neck, white trash o como se les quiera tildar peyorativamente lo que entiendo que anhelan ante todo es una vuelta al pasado, a cuando tenían trabajo y autoestima, y no estaban acodados en la barra de un bar esperando a que se hiciera de noche para volver a casa, ver la tele y acostarse, o simplemente enganchadas a los ansiolíticos y a los opiáceos.

Lo que creo que si es novedoso es todo un grupo que uno no sabe muy bien si es numeroso o simplemente ruidoso, que podríamos tildar de autoritarias. Son aquellas personas dudosamente demócratas que con todos mis respetos s’han begut l’enteniment. Los más expertos sabrán citar el nombre esa teoría de la conspiración a la que están abonadas muchas de ellas, donde las demócratas son pederastas y no se cuántas cosas más, están en una red social, de cuyo nombre no quiero acordarme, donde no hay censura y se pueden explayar a sus anchas. Ojo que aquí si veo la traslación patria liderada sobretodo por el PP con un discurso, que por describirlo de una forma lo más neutra posible, podríamos tildar de despegado de la realidad.

En la piel de toro se presenta Madrid y su comunidad como víctima, se habla de gobierno social-comunista y cuando asoma un independentista, se dice que España se rompe. Estoy convencido que es en esta linea, pero adaptado el discurso a su realidad, en la que va este sector que podríamos denominar trumpista, y que sencillamente va en contra de todo aquello que huela al Partido Demócrata. Queda por ver si es un sector importante o no dentro del Partido Republicano, hasta el punto de poder plantear una escisión.

Esto me importa menos que la parte sociológica. Intento empatizar, ponerme en su pellejo, intento trasladarme a su mundo… pero no lo entiendo. Por supuesto que me hago cargo que la familia Botín está muy ufana del mundo en el que vivimos, nos ha jodido, las cosas les van bien. O entiendo que ultras de cualquier iglesia hayan dejado su cerebro en el medioevo. Entiendo peor a las científicas que son creyentes, como Mohamed ElBaradei, pero es harina de otro costal. Pero no entiendo qué ha llevado a este grupo de personas, que no son ni uno ni dos, a tener una visión tan lunática del mundo en el que viven.

Y ojo que así empiezan los fascismos, esta vez si, fascismos.

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