Unionismo

Estaba esta mañana escuchando al ínclito Miguel Ángel Aguilar en la radio cuando me he dicho: venga, tírate al barro, escribe cuatro lineas sobre independentismo y su contraparte, el unionismo. Por cierto el programa estoy casi seguro que no era el del día, sino el de ayer, pero en fin, eso es una anécdota relacionada con los altavoces inteligentes y las personas que no lo somos tanto.

Primero me gustaría hacer un apunte sobre el personaje. Se trata de un viejoven, de uno que teóricamente es de izquierdas pero que por lo que dice y hace se demuestra ser de derechas. Uso esos términos, “izquierda” y “derecha” para entendernos rápidamente, aún a riesgo de crear contenedores estancos según los cuales las personas de izquierdas tienen que tener el mismo posicionamiento respecto a todos y cada uno de los asuntos que en el mundo han sido.

Bien, pues dice el bueno de Aguilar que él no está de acuerdo con los que quieren disgregar España, y urge a Perico Sánchez a que ponga las cartas sobre la mesa. Como casi siempre que habla este hombre le estaba escuchando en diagonal, si es que existe el concepto, pero me figuro que peroraba en relación a las negociaciones para la aprobación de los presupuestos generales del estado, ya saben, el tan traído PGE. Por cierto, qué ingenio, qué humor, qué frescura, qué ocurrencia, qué nivel el de los políticos con lo de las tres siglas. ¿Que no saben de lo que hablo? No se pierden nada, en serio.

La afirmación del señor tertuliano no es ni mucho menos excepcional, y abunda en personas de su edad que poco menos que nos tienen a la de la nuestra secuestrados en la jaula de oro del régimen del 78. Y yo digo, ¿qué pinta un señor de Madrid opinando sobre Catalunya? Que igual Miguel Ángel Aguilar ni ha nacido ni vive en Madrid, no lo he comprobado, pero está claro que forma parte de “Madrid”, en el sentido centralista del término, donde se cuecen las decisiones y donde se tapona todo movimiento separatista. Y yo no digo que cada uno no pueda pensar ni actuar en pos de aquello que piensa, yo lo único que intento es argumentar que su postura es insostenible, y explicaré el por qué.

Ante la supuesta disyuntiva de que una parte de un Estado se desgaje del mismo y se independice, de una forma u otra, hay a mi juicio tres posturas posibles:

a) Estar a favor o en contra.

b) Estar a favor de que se decida democráticamente mediante un referéndum donde solo voten las personas que viven en el territorio que se propone independizarse.

c) Lo que diga la Constitución.

Esta última la descarto, porque es de risa. Hay que aprobar con una mayoría que no se si se volverá a ver en el Congreso de los Diputados, hay que hacer un referéndum donde por supuesto votan todos los españoles, hay que disolver las cámaras y las que emerjan tienen que ratificar lo acordado. No se si todo lo que digo es así ni siquiera si es en este orden, pero ya se pueden imaginar lo plausible que es la cuestión. Y se puede argumentar, no sin razón, que una decisión de ese calado necesita de mayorías muy cualificadas. Yo solo digo una cosa: ¿cómo se interpretaría políticamente un supuesto referéndum convocado a nivel estatal en el que se vote mayoritariamente la independencia de un territorio (por ejemplo Catalunya) y que en ese territorio que se desgaja hubiera ganado la opción unionista? ¿Se debería echar a Catalunya de España? Oiga, que nosotros queremos quedarnos. ¡A la calle, a pedir a otro lado! Surrealista. A mi juicio solo deben formar parte de una decisión las personas afectadas, y en este caso las personas afectadas interpreto que son las que viven en el territorio que propone desgajarse del estado, por ejemplo Catalunya.

El estar a favor o en contra es a mi juicio absurdo salvo que se viva en el territorio que se propone independizarse. Es más, la inmensa mayoría de las personas que viven fuera de Catalunya estoy seguro de que se oponen a su independencia. Son pocos los que sin más están a favor. Por ser claro al respecto, en esta opción me estoy refiriendo a las personas que viviendo fuera de Catalunya, ante un eventual referéndum en el que participen todas las personas que viven en España fueran a votar. Unos, los más, sospecho que votarían que no y unos, los menos, votarían que si. Probablemente las personas, siempre de fuera del territorio catalán, que no fueran a votar serían infinitamente más numerosas que las que votarían si.

Y es aquí donde me quiero detener. ¿Quién le ha preguntado su opinión al bueno de Miguel Ángel Aguilar y otros unionistas que hacen lobby? Creo que un símil bastante realista, porque es imposible encontrar un caso idéntico al que se trata cuando se habla de procesos de independencia, es del brexit. ¿Alguien le ha preguntado a los españoles qué opinan sobre el brexit? ¿A que suena ridículo? Pues lo mismo con Catalunya.

Hombre, ministro, que se te ve el plumero independentista. Nada más lejos de la realidad. Como buen sectario que soy, internacionalista. Ahora bien, ante el argumento de que claro que me afecta, es mi país y tengo derecho a votar, les contesto: ¿qué les afecta más, el brexit o una eventual independencia de Catalunya? ¿De qué depende la eventual recuperación post COVID de España? De fondos que vienen de…. Acertó, Europa. Allí nos guste o no se cuecen muchas pero que muchas cosas, y tiene mucho más impacto del que creemos sobre nuestro día a día. Lo que ocurre es que en nuestro subconsciente o consciente tiene mucha importancia, sentimental o de la índole que sea, la política patria. Por tanto, si tanto nos afecta y nos afectará el brexit, ¿por qué no pudimos votar los europeos? Pues porque es absurdo que voten personas que no viven en el territorio que se propone salir de una entidad superior, sea la Unión Europea, en el caso del brexit, o de España, en el caso de la independencia de Catalunya. ¿Y por qué es absurdo? Por lo que dije antes, ¿cómo se interpreta un si a la independencia con un no en el territorio saliente? Ni pies ni cabeza.

Y estar a favor de un referéndum o de cualquier otro tipo de toma de decisiones colectiva, fehaciente e inequívoca, donde solo participen las personas del territorio que se propone independizarse sería la opción, que a mi juicio, iría en la linea de lo que en la SER llaman “ser demócrata”. Y aquí vuelvo al entrañable Aguilar. ¿Usted es demócrata? Pues deje votar, no se muestra en contra y pida a Perico que ponga las cartas sobre la mesa.

Lo que sucede es que es parte del régimen del 78, lo cual es lógico y normal por muchos motivos, entre ellos su profesión, estatus y edad, y lo digo sin ápice de ironía, acritud, edadismo ni odio alguno. Pero el reverso de lo expresado es mi derecho, como parte de otra generación y con intereses individuales y colectivos a señalar lo que a mi juicio es un sinsentido del unionismo. Y es importante señalarlo con la palabra adecuada, unionismo. Es algo que está en el vocabulario anglosajón, pero que en estos lares no se usa. Solo se oye y lee “independentismo”, la mayoría de las veces en tono criminalizador o al menos negativo. Pues también están los unionistas, que no constitucionalistas. No vayan ustedes a apropiarse de un texto que no defienden. Repito, a mi juicio, y creo que es casi un criterio científico, el que de forma activa se opone al independentismo porque prefiere mantener la unidad política de la cosa es un “unionista”, y no un “constitucionalista”.

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